El concepto de acelerador de partículas no nos resulta
extraño porque hace algún tiempo, con motivo de la construcción de uno de ellos
por la Organización Europea para la investigación nuclear (CERN) en Suiza,
estuvo presente en los medios de comunicación. Junto con los científicos que
proclamaban que se demostraría la existencia del bosón de Higgs o de los
universos paralelos, no faltaron tampoco las voces agoreras que vaticinaban la
creación de un agujero negro con su puesta en marcha y la destrucción del
mundo. Un nuevo efecto Y2K, un déjà vu.
A partir de esta premisa te puedes sacar una miniserie
catastrofista de ínfimo presupuesto para el canal Syfy, o bien como es el caso,
montarte un peliculita de serie B enmarcada en el género de tripulación con
problemas a bordo titulada “La partícula de Dios”. Después llega J.J. Abrams,
le ve posibilidades y le añade la palabra Cloverfield al título, unas poquitas
escenas y cuatro detallitos y te empaqueta un nuevo capítulo de esa no-saga que
empezó con Monstruoso (2008) y continuó con Calle Cloverfield 10 (2016).
Pero la auténtica jugada maestra se la marca Netflix. En la
noche en la que se anuncian los grandes estrenos cinematográficos de la
temporada, la compañía de streaming ofrece el tráiler de la película y al finalizar, coloca un cartel en el que te
dice que se puede ver en la plataforma al finalizar la Superbowl. No el próximo
verano, sino prácticamente ahora. De forma que una producción que habría pasado
sin pena ni gloria por las pantallas de los cines, véase por ejemplo la
reciente “Life” de Daniel Espinosa, se convierte durante unos días en una de
las películas más comentadas en la red.
La verdad es que no está mal, tiene ideas interesantes y
alguna que otra escena curiosa pero la historia se percibe algo deshilvanada,
sin explicarse del todo cuáles son exactamente las reglas de lo que está
sucediendo, supongo que los retoques a posteriori para convertirla en parte de
una franquicia han tenido algo que ver. También sale Daniel Brülh, aunque con
cara de estar más perdido que el barco del arroz. No defrauda si a uno le gusta
este tipo de temática y se tiene presente ante lo que estamos, un “Directo a video” o “Directo
a DVD”, lo que era Netflix en un principio, vaya, un videoclub a distancia.
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