Ya no se puede fiar uno ni de Internet. A mi que siempre me ha gustado bucear en blogs
y redes sociales para conocer las impresiones de la gente sobre películas,
series o cualquier otro pedacito de cultura popular, últimamente me da la sensación
de estar inmerso en un gigantesco capítulo de Beavis y Butt-head, que todo mola
o apesta, sin llegar mucho más allá, y, por supuesto, sin solución de
continuidad.
Así, puedes leer que la última producción de Marvel, por
decir algo, es la mejor película de superhéroes filmada hasta la fecha y luego salir
del cine con gesto de “Pues bueno, pues vale, pues me alegro”.
Con Aniquilación, la última película de Alex Garland, no
sabía qué pensar. Podías encontrarte opiniones que la definían como una obra maestra, así de sopetón, o que era
espantosa y no había por donde cogerla.
La verdad es que esta historia a medio camino entre la
ciencia ficción y el terror tiene ideas interesantes en alguno de sus diálogos
junto con imágenes poderosas y evocadoras. El ritmo es bastante pausado, me ha
recordado a veces a “La llegada”, con lo que se nota un esfuerzo por dar un
poquito de profundidad y madurez al
conjunto. Sin embargo, sobre todo en su segunda mitad, también contiene un
montón de lugares comunes y referencias bastante evidentes. Al final no tienes
claro si es una película adulta o una serie B resultona.
Por sacarle un poco más de punta al tema, no me queda
demasiado claro el motivo por el que la expedición que se adentra en el Área X
está compuesta únicamente por mujeres, más allá de que resulta llamativo o
curioso. Por otro lado, se le quiere dar un tono tan misterioso, críptico,
inabarcable y ominoso al conflicto que para mí se pasan de rosca y, a veces, lo
que vemos en pantalla parece más regido por la arbitrariedad más absoluta que
por coherencia alguna.
Y, por eso, no se puede etiquetar con un solo término, como
peliculón o como basura infecta, porque en realidad mola y apesta a la vez.
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